viernes, 1 de agosto de 2008

...Donde más débil soy...


...El sonido de las gotas de agua sobre la ventanilla me recordaba a las tardes de lluvia en el psiquiátrico. Esta vez pasaremos el permiso de tres días en el campo. En la cabaña donde tantas sábanas Mario y yo hemos empapado...¿nueva huida? me gustaría pensar que así fuera, pero esta vez no escapamos solos. En el trayecto no hacía mas que pensar, cúal sería mi próximo refugio, cuales serían las manos que entre mis muslos se quedarían dormidas, exastiadas despues de tan salvaje ejercicio de gozo. De repente un gran estruendo detuvo el coche en seco, una gran humareda blanca luchaba por liberarse del vacío en el que albergaban dentro de los airbags; Cuando conseguí por fin una visión clara entre humo, oscuridad y sangre resbalando por mi barbilla, adiviné a Mario descansando su cabeza en el volante; me quedé absorta mirando como de cada uno de los orificios de su precioso rostro caían disimuladamente pequeños hilos de sangre. Blanca en el asiento del copiloto dejaba relucir su cabellera rubia encharcada en rojo por la luna delantera del coche; ni me quedé absorta ni la observé mas de medio segundo, sonreí sin quererlo y murmuré algo tan ilocuaz que ni yo misma entendí en ese instante. Abrí de una patada mi puerta y logré salir del vehículo, sin adivinar bien la extraña sensación que recorría mis remendadas venas. Las muñecas con sus cicatrices aún latentes, presentían de nuevo la muerte. Quise darme una tregua dentro de el anochecer frío y seco, la luna redonda y grande, la lluvia, el murmullo de los seres nocturnos del bosque...todo ello crecía en mí como un insulto en la boca amada: daba miedo, dolía...Corrí campo a través con mis sandalias rojas, la hierba mojada se intercalaba entre mi desesperación y mi agonía. A lo lejos un coche con un faro encendido apuntándome fijamente; hice señales con el brazo, intenté acercarme desconfiada y la puerta del copiloto se abrió con un golpe seco; una silueta robusta y engrandecida por el resplandor, me dirigía palabras desconocidas que yo no entendía, cada vez mas fuerte y con un sonido estruendoso; tras un intento de conversación fallida me agaché con las manos en los oídos y grité para que se fuera; el coche desapareció en un abrir y cerrar de ojos...fue una ilusión en medio de aquella situación indeseable y a la vez excitante. Sentirme de nuevo sola en medio del bosque inanimado me complacía esta vez. Bosque infinito mirara donde mirara. Algo grande crecía en mi interior que desconocía. Los truenos empezaban su terrible orquesta allí arriba y la lluvia volvió a enfriarme. Recordé a Mario y a Blanca y volví al lugar donde ya sin vida yacía los cuerpos atrapados entre los hierros del coche, mojados en lluvia y sangre...qué mezcla tan extraordinaria, pensé, ahora mismo entre sus venas abiertas corría la misma lluvia que mojaba mi vestido blanco de seda...envidiaba esa sensación, toqué mis cicatrices para compartir con ellos este ritual mágico pero algo irracional frenó mi fatal desenlace y miré al cielo, no había estrellas, esta lluvia me traía la idea de libertad que ansiaba...felicidad; hice una declaración de amor a las estrellas ocultas ahora que no me veían y caí de espaldas sobre la hierba mojada, el barro me abrazaba y teñía mi vestido de malos y fatales presagios con su tacto suave. Tan suave como las manos de Mario. Me revolcaba de charco en charco y reía...solo recuerdo eso, yo reía.


--NO TE SALVES--

De la película argentina de 1992 llamada "el lado oscuro del corazón" conservo estas palabras maravillosas:

"No te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles el júbilo no quieras con desganas, no te salves ahora ni nunca, no te salves. No te llenes de calma. No reserves del mundo solo un rincón tranquilo. No dejes caer los párpados pesados como juicios. No te quedes sin labios, no te duermas sin sueño. No te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo.
Pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana, y te salvas ahora y te llenas de calma. Y reservas del mundo solo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te quedas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo. Y te quedas inmóvil al borde del camino, y te salvas..... entonces.... no te quedes conmigo."

Mario Benedetti